El año pasado perdimos a un icono del punk: Vivienne Westwood , una inconformista, una pionera, una auténtica rebelde. Su estilo era implacable, no se guardaba nada. Traspasaba límites, rompía reglas, veía el punk como "ver si se podía poner un palo en el sistema". Muchos de sus productos promovían causas políticas como el desarme nuclear, el cambio climático y los derechos civiles, por no hablar de los "Sex Pistols", por supuesto.
Personalmente, la hoja que saco del libro de Westwood está cargada fundamentalmente de rebeldía, pero también de compasión. Me encantó el hecho de que "girara a la izquierda" y, a su vez, cambiara la cara de la moda para siempre. No tenía miedo de ser ella misma, en una industria que, a pesar de su mensaje comercial de libertad de estilo, de hecho, inconscientemente, con mucha frecuencia hace lo contrario. Era una artista, sin límites. Y qué son los límites, si solo están en nuestras mentes.
No tenemos por qué intentar oponernos al sistema ni luchar contra él. Podemos enseñar. Podemos predicar con el ejemplo. Podemos aprender a trabajar juntos para alejarnos de las viejas y dañinas formas de vida, formas que han demostrado dejar rastros de destrucción, como vertederos llenos de ropa y fábricas llenas de trabajadores maltratados y mal pagados.
El famoso lema de Westwood "Compre menos" nunca ha sido más importante que hoy. Podemos comprar menos y comprar bien. Llévese sólo lo que necesite. No llene los bolsillos ya abultados de las grandes corporaciones y marcas. En su lugar, apoye a marcas más pequeñas, sostenibles y centradas en el cliente, cuyas directrices sean la integridad y la transparencia y no priorice el beneficio sobre las personas.
